Una noche, soñó la malagueña,
una noche, soñó la malagueña,
que el polo le cantaba dulces notas;
cantaba, acompañado de la jota,
melodías de amor, margariteñas;
melodías de amor, margariteñas.
La luna también quiso, enamorada,
la luna también quiso, enamorada,
brindarle con su luz bellas canciones,
y con el punto cantaba galerones
que endulzaban el sueño de la amada;
la luna también quiso, enamorada.
Y en un tímido arrullo, las ondinas,
y en un tímido arrullo, las ondinas
ofrendaron en noche tan bonita,
trinar de celestiales mandolinas,
sobre el paisaje azul de Margarita;
sobre el paisaje azul de Margarita.
Se unieron, al final, las armonías,
se unieron, al final, las armonías,
para la novia, que extasiada sueña,
y por eso, la criolla malagueña
es una perla de la tierra mía;
es una perla de la tierra mía.
(Tarareo)
Cuatro cuerdas tiene el cuatro
y ocho tiene una bandola,
cuatro cuerdas tiene un cuatro
y ocho tiene una bandola;
cuatro mil deseos tiene
la mujer que se enamora,
cuatro mil deseos tiene
la mujer que se enamora.
Y eras tú quien me decías
que primero habías de ver,
y eras tú quien me decías, amor,
que primero habías de ver
las estrellas por el suelo,
que dejarme de querer;
las estrellas por el suelo,
que dejarme de querer.
¡Hey! ¡Hey!
(Tarareo).
Cuatro:
Jesús “Pingüino” González.
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Foto: Familia Luis con José Antonio, técnico de la grabación; un indispensable en este equipo.